A finales de septiembre de 2020, en Lanzarote, casi al final de mi viaje, decidí que necesitaba fotografiar una puesta de sol. Mi trabajo estaba a falta de una imagen típica en cualquier isla.
Había estado buscándola en la costa Este, pero no logré encontrar los rojos y amarillos que me gustan. Conociendo ya la isla, comprendí que al ser tan estrecha, apenas 20km, la orografía impedía que llegaran los rescoldos del sol al Este, por lo que debía ir al Oeste, a la costa más abrupta de Lanzarote.
Y allí estaba. Por fin vi los colores y texturas que tanto busqué durante los días previos y que sabía que en algún sitio debían estar.
En los 20 minutos que nos regala el cielo cada tarde, pude sencillamente disfrutar viéndola y tomar quizás unos apuntes para enseñarte que en Lanzarote las puestas de sol no defraudan.
Fue en Famara, al NorOeste de la isla, una zona de surf, windsurf, kitesurf y todos lo deportes relacionados con las olas y el viento. Una verdadera orgía de velas en una playa enorme y bellísima.
Pero mi documentación previa al viaje no me contó que en ese lugar iba a encontrar un espectáculo alucinante que, además, coincidió con una de las historias más bonitas que me han pasado nunca.
Estas imágenes de las dunas de Famara las tomé mientras esperaba una videoconferencia muy especial.
Después de más de 20 años, mi gran amigo Manuel volvía a estar cerca de mi y en esa llamada, nos reencontraríamos.
Juntos nos hicimos adultos en un momento muy especial para los dos. Siempre supimos que pasara lo que pasara, cada vez que nos viéramos no importaría el tiempo desde la última vez.
Esa tarde en Famara, la luz sobre la arena me dio las órdenes precisas. Me dijo qué debía hacer y obedecí: siente, tan solo siente y saborea cada minuto.
Esa tarde buscaba una puesta de sol y encontré el lugar perfecto para sentir, en la hora perfecta, que todo lo que había hecho hasta ese momento era solo el preámbulo de lo que vendría a partir de esa tarde.
Ocurrió con el tiempo eso que pasa a veces cuando la emoción es intensa. Que pierde su cadencia y ritmo, que pierde su esencia, que desaparece y que no importa. Así me sentí esa tarde en Famara, recorriendo cada cresta de arena sin tiempo, con todo el tiempo.
No miras las dunas dos veces de igual manera porque cambian a cada instante mecidas por el viento. Sin embargo siempre serán dunas y en todos los días llegará la tarde; serán diferentes cada vez, pero dunas por la tarde todos los días del tiempo.
Mientras acabo de disparar escucho entre el sonido del viento, notas de música culta. Quizás es ya la influencia de Claudia, la hija de Manuel, que ha capitaneado el reencuentro y en la que conozco a su padre y a su madre Manuela.
Hoy, permíteme que no te enseñe a fotografiar nada. Que no te cuente un secreto de fotógrafo, ni que te recomiende una técnica fotográfica. Hoy sencillamente en esta entrada le doy las gracias a Claudia por reconectarme con lo que siempre ha sido lo que más me importa.
Bienvenida a mi vida.
Algunos enlaces
Turismo de Lanzarote, Jove Orquestra de la Generalitat Valenciana, Salinas de Janubio
Me declaro fan incondicional de Pablo, de esta entrada en el blog, del blog en general y del arroz de la Nuri ;).
Precioso texto y preciosas fotos. Precioso, en el sentido más amplio de la palabra.
Fantástica entrada Pablo y especialmente emotiva. Enhorabuena por vuestro reencuentro y enhorabuena por tu trabajo fotográfico. Un abrazo grande!!
Gracias Javi, otro abrazo para ti, ya queda menos para dárnoslo en persona 🙂
Eres cada día más especial!
Mi mejor beso Sela 😉
Querido Pablo, siempre presente, a mi lado, en mi pensamiento y en los de Manuela.
Nuestra hija Claudia porta, entre otros muchos, los colores que te gustan de las puestas de sol de las islas más afortunadas, esas que te obligan a dejar constancia de su grandeza por medio de sus mas típicas estampas, (y que han servido durante generaciones para ilustrar los mas fervientes enamoramientos, pero esa es otra historia).
Creció sabiendo de ti y también te quiere.
(Gran hombre junto a una gran mujer, Zoila).
Manuel.
Enhorabuena por enseñarmos la belleza que nos rodea.
Un abrazo.
Otro grande y sentío 🙂