Secretos de fotógrafo VIII. Invisible a plena vista

Más allá de la técnica fotográfica, los fotógrafos entrenamos habilidades que nos ayudan a expresarnos. No he leído mucho sobre ellos por lo que te voy a traer de vez en cuando, algunos de esos secretos en los que basamos la mayoría de nuestras imágenes.

Sigue mirando, tómate tu tiempo

Esto de la invisibilidad es curioso, o al menos a mi me lo parece. Resulta que a menudo, la mejor forma de ocultarse es hacerlo a plena vista.

SouthPort

Resulta muy difícil reparar en los detalles del mundo que nos rodea sin entrenamiento. El bombardeo de demandas de atención es constante y tan elevado que nuestro cerebro se defiende y hace su selección: ¿estoy buscando algo, hay algún peligro, este es el color que me gusta, me sorprende? El resto, sencillamente, no lo percibe, pasa de dedicarle atención.

Una de las cosas que definen a un lugar habitado es su alumbrado público. Es tan común que, aún siendo específico de cada lugar, muchas veces no recordamos como es aunque acabemos de estar. Nuestro cerebro se espera que haya farolas porque es lo que hay en todos los lugares habitados; no le sorprende y por tanto, no nos avisa para que le prestemos atención.

Flor jazminoide

Lo mismo pasa cuando florece un jazmín. Son tantas las flores que la belleza intrínseca de cada una pasa totalmente desapercibida.

Como fotógrafo necesitas conocer este fenómeno porque debes saltártelo y no permitir que te impida ver. Dedica más tiempo a mirar porque si te lo permites, verás muchas más cosas que las que ves en la primera mirada.

Este fenómeno es muy divertido. Basta que estés pensando en cambiarte de coche para que enseguida veas los modelos que estás valorando en el tráfico diario. O ese pantalón que necesitas, de repente, lo lleva más gente de la que pensabas. ¿Has visto la de gente que se compra un coche rojo? ¿Y una blusa clara con botones azules?

Un paseo con Lluis

Un café con un amigo debería darte un buen número de imágenes que nutran tu espíritu de cosas importantes. Eres fotógrafo no tienes que dar explicaciones de por qué llevas la cámara a todos lados. Pide tu café favorito, disfruta de la charla y mira: aparecerá el momento perfecto para apretar el botón y obtener una imagen de un solo instante de entre los cientos de ellos que ocurren en un ratito como este.

Por eso eres fotógrafo, porque sabes que el secreto de las imágenes con contenido es el de la mirada curiosa, sin prejuicios ni sesgos, con paciencia y sabiendo convertir en visibles las cosas invisibles.

De Pueblo

¿Se puede fotografiar un momento? ¡Claro! De hecho es lo que hacemos siempre con mayor o menor acierto. Tratamos de convertir en imagen una emoción que sentimos en un momento concreto: no nos importan la cucharilla ni la taza; estábamos en un Pueblo disfrutando de la compañía y lo de menos eran los detalles en ese momento. Sin embargo es con ellos con los que armamos la foto, esos detalles son los que cuentan la historia que quieres contar. ¡No los pases por alto!

Es decir, los detalles son los que hacen que el momento sea bonito: el sonido del bar, la decoración, la temperatura, el olor del café, la cucharilla dando vueltas, la luz de la tarde entrando por una ventana, la manera particular con la que tu amigo sujeta la taza, la comodidad de la silla, la limpieza de la mesa, la conversación, la amistad y un larguísimo etcétera. Estos son nuestros ladrillos y nuestro cemento con los que ponemos en pausa el tiempo. Los detalles son eso que vemos después de mucho mirar y los que definen por qué nos gusta tanto algo.

Construimos una imagen que quiere provocar a quienes vean la foto, parte de nuestras emociones en el momento de dispararla.

Sobre una gardenia

Una mariposa sin más. Un bonito día de verano, una planta con hojas muy verdes y una mariposa que intenta camuflarse en ella. Si te enseño la escena completa sabrías que para ver al animal, debes mirar cuidadosamente porque su camuflaje es tan bueno que sobrevive a sus muchos depredadores.

Igual pasa con los momentos especiales, que están camuflados entre las expectativas, los sesgos, los juicios, los prejuicios, las rutinas, etc. Y son difíciles de describir gráficamente como para hacerles una foto que logre comunicarlos.

Marchita en su casa. La ley natural.

Pero no todo es dificultoso cuando lidiamos con los sesgos y los prejuicios. Podemos usarlos para conectar más fácilmente con las emociones que queremos transmitir. Si cortas una flor y la pones en un jarrón, se marchita. Sin embargo también se marchita si la dejas en la planta: es una metáfora simple para usarla como necesites. Sirve tanto para explicar el inevitable paso del tiempo y el ciclo vital, como el sacrificio de una flor para tu disfrute, por ejemplo.

De Pueblo

La cultura entendida como el conjunto de modos de vida, costumbres y pensamiento de una sociedad, nos provee a los fotógrafos de infinitas herramientas emocionales compartidas: un alambre de espino contra un cielo con nubes abundantes y grises, induce muy fácilmente a trasladar la idea de confinamiento, reclusión, castigo, etc. Lo hemos visto tantas veces en películas, documentales, otras fotos, que lo asociamos inmediatamente.

Puesta de Sol en Lembeh antes de un buceo nocturno

Del mismo modo, un amanecer y un atardecer, siempre son citas con las vacaciones, el relax, la calma, el bienestar. De nuevo el cine y la tv nos dan la lectura: al amanecer o al atardecer, surgen el amor y el desamor, los personajes siempre están disfrutando de algo a esas horas. Si te fijas, las postales más vendidas de los lugares de vacaciones, son siempre paisajes a estas horas: el mar y la montaña nunca son tan ‘bonitas’ como al amanecer o al atardecer.

Al final del verano

Cuando creas que ya has mirado, vuelve a mirar. Sigue haciéndolo durante todo el tiempo que tengas porque siempre dejarás de ver algo que, a lo mejor, podría convertirse en la foto de tu vida.

Epílogo

Esta vez te traigo una recomendación imprescindible. Ya sé que digo siempre lo mismo, pero es que hay mucha gente capaz de hacer que sientas magia en tu alma solo con enseñarte su arte y Hengki Koentjoro es uno de ellos. Por favor, mira su obra y déjate llevar por su mundo en blanco y negro. Estoy seguro que te enamorarás.

Por si te has perdido algún ‘Secreto de fotógrafo’

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