Soñar a deshoras

Es curioso para mi este 2019. Es un año que voy a recordar por demasiadas cosas. Algunas además, no me apetece nada tenerlas en la memoria.

Sin embargo otras las recordaré sin esfuerzo y con felicidad.

Esta entrada es la historia de una de esas cosas que ya atesoro y que me ha pasado en este 2019.

Hace muy poco me encontré con una persona de esas que te dejan huella con solo un par de detalles: una palabra en un chat, un mensaje corto al viento de Internet, el recuerdo de unos ojos curiosos, la amabilidad infinita, …

Y es que andaba yo intentando reinventarme. Replanteándome la vida sintiendo que siempre estaba haciéndolo, envuelto como estaba, en esa espiral infinita y concéntrica de las etiquetas, las categorías y las jerarquizaciones.

Justo cuando alcanzo a entender que debo librarme de la necesidad de compartimentar las esencias, justo en el momento en que sé que el camino es el correcto, justo entonces, leo «… en mi maleta siempre llevo un cuento por si tengo que soñar a deshoras.». Uau! Entro en shock inmediatamente.

¿Es posible que eso sea lo que quiero, soñar a deshoras?

Seeeeee!! Con la certeza del amor verdadero que no se cuestiona, que queda incorporado a tu ADN en el mismo momento de encontrarlo, así de rutilante se instaló en el mío el concepto «SOÑAR A DESHORAS«. Tanto que, aunque no lo he expresado yo, me he visto identificado a la perfección. Es como si un puñetazo en la mesa de mi vida hubiera estallado con estruendo, haciendo añicos infinitos la hoja Excel de los compartimentos adultos inventados por no sé qué necesidad.

Lo cierto es que desde que tengo conciencia, cada una de mis imágenes es un sueño que quiere sublimar un momento de mi infancia. Un sueño imposible entonces, pero que ahora puedo recrear y recrearme con él, aunque sea a destiempo. Ahora sé por qué me sigo comprando juguetes aunque mi edad no aparezca recomendada en la caja.

«A doce pasos» es el manual para soñar a deshoras, y su autor, Luis Calleja, es esa persona que me acabo de encontrar, pero que ha definido mi vida de fotógrafo con la habilidad de un cirujano cardiovascular reparando un corazón en llanto.

Si le haces caso a Luis, «A doce pasos» es un cuento para niños y para padres. Lo siento Luis, yo no soy ni lo uno ni lo otro, y sin embargo es el libro de cabecera que usaré hasta que la preciosa y cuidada edición con las ilustraciones de Silvia Vivanco, auténticas obras de arte, se ajen por el uso intensivo, y tenga que comprar ejemplar tras ejemplar porque me de vergüenza que se vea maltratado.

Del libro me gusta todo…, muchísimo. Dejé de leer decepcionado por eso que llaman «literatura contemporánea». Este cuento, no, no, espera, ¿cuento? No estoy de acuerdo. Es de nuevo categorizar sin necesidad, tan solo para poner los ejemplares en el estante correcto de la biblioteca: una estupidez que pudiera impedir que personas como yo lo conozcan y puedan, por tanto, curarse del hambre despiadada de alimento para el alma.

Este libro es, además de una historia preciosa de amor, la historia de cómo perdemos por decisión propia el camino del sueño, y de cómo es urgente recuperarlo para alcanzar el bienestar íntimo. El padre protagonista se rescata a sí mismo del llamado «contexto» y por eso, es mi héroe favorito, por eso y por enseñarme cómo se hace.

Gracias infinitas Luis.

PabloZamora