Secretos de fotógrafo II. La foto de mi vida.

Más allá de la técnica fotográfica, los fotógrafos entrenamos habilidades que nos ayudan a expresarnos. No he leído mucho sobre ellos por lo que te voy a traer de vez en cuando, algunos de esos secretos en los que basamos la mayoría de nuestras imágenes.

#LaFotoDeTuVida

Una de las lecciones más importantes que aprendemos los fotógrafos es a borrar fotos. Esta lección tiene un nivel más alto que es el de ‘no disparar la foto‘. Aunque cada uno tenemos un ratio disparos/foto final distinto, para todos es pequeño: en mi caso, el porcentaje entre las imágenes que disparo y las que llego a mostrar es de un 15% aproximadamente. Añade que en un día de viaje estándar, por ejemplo, no hago más de 100 disparos habitualmente, me deja una cifra media de unas 150 fotos que me gustan y me traigo de un viaje de 10 días. Luego selecciono según los usos.

Por supuesto que hay que ver las cifras según la especialidad a la que te dediques y además tener en cuenta la manera de trabajar de cada uno: el Fotoperiodismo prioriza la noticia por lo que se dispara mucho más. Algunos profesionales prefieren seleccionar a posteriori y también disparan más. Por contra, en Publicidad se dispara mucho menos, los encargos suelen estar bocetados y un día de trabajo de 8 horas puede tener como resultado una única foto final y a veces, ni eso, es necesaria una segunda jornada o más para esa foto.

Como sabes, me dedico a la fotografía de Viajes y al Retrato y lo que te cuento es mi manera de ser fotógrafo, sin intención de crear dogmas ni seguirlos, tan solo te explico mi punto de vista para que lo compares con el tuyo y quizás, puedas incorporar parte del mío si lo crees útil.

Ya conoces esta foto, te la he enseñado antes y está en este proyecto. Es en Candidasa, al Este de Bali en Indonesia. Estas estructuras están a lo largo del frente marítimo de la ciudad; son como miradores en los que los locales descansan y se protegen del sol, conversan, comen, …

Pasaba por delante cada día dos veces al menos yendo al centro de buceo o con la moto para visitar el Este de la isla. Tardé en disparar 5 días porque al ver las estructuras me imaginé la imagen con alguien usándolas. Quería contar lo a gusto que se estaba allí, con el sonido de las olas, el olor a incienso que traía la brisa de medio día desde un templo cercano, el azul intenso del Índico y ese cielo que anticipaba la tormenta diaria de la tarde.

El primer día lo vi, me senté en la plataforma y experimenté la brisa. Nunca saco las cámaras el primer día. Hablé allí con algunos locales, bebí agua y escuché al mar. Por un momento deseé quedarme para siempre.

Los siguientes 3 días los pasé observando a algunos turistas y locales en el mirador. Hice alguna toma perfilando el encuadre. Cada noche, al revisar el trabajo en el hotel, las borraba teniendo más claro qué foto quería: la hora, el punto de vista, la exposición, la organización de los elementos que iban a formar parte de la composición, qué quería contar con la foto, …

El 5º día, al pasar por allí, vi al joven que se estaba sentando. Puso la fiambrera con su comida al lado, dejó caer las chanclas y simplemente dejó pasar un rato. ¡Era ese el momento! Tardé menos de 10 segundos en acercarme hasta el sitio desde donde sabía que iba a disparar, disparé, comprobé que estaba la foto y chimpum.

Detrás del concepto #LaFotoDeTuVida está el rigor de disparar solo cuando sabes qué quieres contar y que lo podrás hacer en esa situación concreta. Se trata de enseñar las imágenes que aportan, no las que haces sin querer, sin pensar, sin cuidar. No digo que no las dispares, digo que te propongas todas las veces que pillas la cámara, hacer #LaFotoDeTuVida, que te exijas un poco más.

A veces no tienes el tiempo, los 5 días que harían falta para hacer realidad la foto que has soñado. No la dispares, vívela y añade esa experiencia a tu alma; llegará la situación que te permita disparar la foto que quieres y tendrá más profundidad porque atesoras más experiencias vitales que son la fuente verdadera de la que bebemos los fotógrafos.

En otro artículo te contaré lo que puede hacer la Previsualización por ti como fotógrafo, otra de las asignaturas obligadas. Mientras te contaré cómo hice este retrato en el que no tuve los 5 días:

Es en el Sur de Vietnam, cerca de Saigón, la actual Ho Chi Minh. Llegamos a un poblado en el que había artesanos enseñando a los turistas sus habilidades. Era primera hora de la tarde, más de 35ºC y una humedad que hacía que solo moviendo la mano en el aire rápido, goteara agua; estábamos junto al Mekong.

Esta mujer estaba en una especie de cabaña no muy grande, y cocinaba las tortas de arroz con las que hacen los típicos ‘rollitos vietnamitas‘. Al calor del ambiente, súmale el del hogar sobre el que cocina las tortas. El paño que tiene en su rodilla lo usa para secarse los dedos porque los necesita secos para levantar la torta por el centro y así poder meter la espátula de madera que aparece en la foto. Con ella voltea la torta y la saca.

La luz lateral de una ventana sin cristales es mágica siempre. Describe las texturas más frágiles y es capaz de mostrarnos cualquier tipo de humo y transparencias en general. Era una situación de luz ideal para el tipo de foto que quería: enseñar a una artesana en su entorno, trabajando. Me gusta abrir ventanas a través de las que los observadores pueden mirar la escena sin intervención mía, como si estuvieran allí.

La primera decisión en un retrato de viaje es si quieres que mire a cámara o no. Esto es lo más importante en el primer momento porque determinará cómo afrontas la realización. Si mira a cámara, lo que vas a fotografiar siempre será la relación que establezcas con la persona retratada y eso siempre será lo más relevante. Seguro que recuerdas algún retrato en el que eres capaz de imaginar la conversación, la relación de la persona con el fotógrafo.

Exacto, poner el Mode Payaso en ON ayuda a describir una sonrisa limpia y sincera. Son emociones que no se pueden simular porque cuando se intentan simular, se nota mucho y para mal.

Volviendo a mi cocinera de tortas de arroz, la foto la hice en mi segunda visita a su cocina. Durante la primera, de unos 5 minutos, tan solo vi el lugar, medí la luz, me enamoré de la escena y traté de soñar una foto que trasladara el infinito cuidado en los detalles de esta mujer, cómo trasladaba toneladas de calma al manipular las tortas tan frágiles.

En esa primera visita fue crucial el papel de mi guía. Como ella no hablaba inglés ni yo vietnamita, le pedí que me tradujera y tuvimos una conversación corta, pero suficiente para trasladarle cercanía y admiración. Le pedí permiso para fotografiarla y le mostré todo el respeto que supe: mantener mi cabeza por debajo de la suya por ejemplo, es un detalle por el que un guía se gana su sueldo. Cada cultura tiene claves de relación diferentes que no suelen venir en las guías de viaje. Debes conocerlas para no ofender a quien quieres fotografiar o simplemente relacionarte.

Me di una vuelta por la aldea haciendo tiempo para que mi cocinera se quedara sola y volví. Con la cámara lista, solo me acerqué, me senté asegurándome de que mi cabeza estuviera por debajo de la suya, me cuadré y disparé. Le di las gracias y chimpum.

Epílogo

La fotógrafa que más me inspira es Cristina García Rodero, con una lista interminable de reconocimientos nacionales e internacionales, actualmente es miembro de la mítica agencia Magnum que fundaron Cappa y Cartier Bresson entre otros. Echa un vistazo lento a su trabajo y verás lo que es capaz de ver.

Otros secretos de fotógrafo: Mirar para ver, Previsualización, Fotografía Ombliguera, El retrato I, El retrato II, De la que voy, Niños