Secretos de fotógrafo IV. Fotografía Ombliguera.

Más allá de la técnica fotográfica, los fotógrafos entrenamos habilidades que nos ayudan a expresarnos. No he leído mucho sobre ellos por lo que te voy a traer de vez en cuando, algunos de esos secretos en los que basamos la mayoría de nuestras imágenes.

La foto desde el ombligo

El estilo en fotografía es algo que construimos con el tiempo. Es como nuestra manera de vestir, de cortarnos el pelo, de beber un vaso de agua, de escribir; es en definitiva, nuestra propia forma de hacer las cosas que, en fotografía podríamos definir como nuestro idioma.

Ver la obra de otros, la pintura que nos gusta, los libros que leemos, las pelis que disfrutamos visualmente, los lugares que nos impresionan, todo eso forma parte de nuestro bagaje personal e influye en el establecimiento de nuestro estilo.

Además, el estilo se convierte en nuestra firma. Nos hace reconocibles a primera vista, es nuestra seña de identidad por encima de la firma expresa. Y es más patente cuando echas la vista atrás y ves que las cosas que te gustaban, lo siguen haciendo, de manera distinta, pero ahí siguen dando respuestas a las mismas preguntas.

Secreto de fotógrafo. Fotografía Ombliguera

Te voy a hablar de una parte del mío. Como sabes, soy un apasionado de la fotografía de personas. Mi curiosidad por los individuos es infinita; me maravilla que no haya dos personas que hagan algo común de igual manera. Andar, mirar, hablar, coger algo, sentarse… Da igual lo que sea, si te fijas y miras, ves la diferencia.

Esta mujer con su niño a la espalda está hablando con mi guía en Sao Tomè. El niño también mira al guía, pero distinto. Si miras, descubres que son miradas representativas, especiales, forman parte de la ‘Comunicación no verbal‘ y son automáticas. No puedes simularlas ni disimularlas.

Son mis fotos preferidas, cuando consigo abrir una ventana a la escena y logro capturar uno de esos momentos en los que yo no estoy, que no intervengo en modo alguno y que eso que te enseño es, sin trampa ni cartón, lo que pasa realmente.

Secretos de fotógrafo. Fotografía ombliguera

En las calles de París, esta chica pedía limosna con la indiferencia de algunos transeúntes y la atención de una mujer fumando. Seguro que ves escenas como esta a menudo, independientemente de la ciudad, pueblo o país en el que te encuentres. El esfuerzo que hacemos en mirar lo común, es nuestro estilo, desde luego es parte del mío. Solo así puedo enseñarte que todos somos iguales, que todos somos diferentes.

Secretos de fotógrafo. Fotografía ombliguera

¿Qué tienen en común estas fotos? A la izquierda, un mercado en la región de Sapa, Norte de Vietnam; a la derecha, un mercado en Lisboa, Portugal.

Pues yo. Yo soy lo que tienen en común ambas escenas. Ya sé que parece obvio, pero es que lo es: mi estilo, como el tuyo, hace que una y otra vez repares en las mismas cosas. Así es como describo lo que nos une usando lo que nos diferencia.

Señor en la Basílica de San Pedro

Ya tío pero, ¿por qué Fotografía Ombliguera? ¿Qué tiene que ver el ombligo?‘ Porque, desde el punto de vista conceptual, disparo solo cuando se me arruga el ombligo de la emoción. Este Sr. me lo encontré en el Vaticano, en la Basílica de San Pedro, Roma, y me está intentando convencer de cuántas cosas puede el rezo hacer por mi. Tenía tanta Fe, que era imposible no conmoverse.

Pero este artículo estaría incompleto si no te cuento la técnica de la Fotografía Ombliguera. Solo puedo abrir la ventana que quiero si estoy cerca, muy cerca. Si estoy lejos, he comprobado que la imagen no me llena. Necesito lo cotidiano en primera persona, participar y hacer partícipes a los observadores con la foto.

Problemas: soy rubio, de tez muy blanca y ‘canto’ a kilómetros. Además llevo una Réflex de las grandes (Nikon D4s, D2x): cada vez que me cuadro para disparar, la escena posa y se esfuma lo que me arruga el ombligo. Seguro que te ha pasado.

Veamos, quiero estar cerca, disparar discretamente para no interferir, voy con cámara grande, tengo pinta de extranjero vaya donde vaya…

Escena callejera en Marrakech

La experiencia me ha enseñado a mimetizarme con el entorno de una manera natural, como en esta foto en el zoco de Marrakech: me visto como se supone que visten los extranjeros en vacaciones, con bermudas que dejan mis piernas blancas (o rojas si me ha dado el Sol) a la vista, camisetas de colores vivos, una gorra inútil con publicidad de algo, gafas de Sol, vamos, el cuadro completo. Y sobre todo, no me escondo, sonrío siempre y llevo bien visible la cámara; sin correa, pero al final de mi brazo, lejos de la cara, sobre mi cadera derecha y a la altura de mi ombligo. Exacto, disparo desde ahí y por eso es Fotografía Ombliguera.

Si parezco un extranjero que se mueve patoso y que no se atreve a hacer fotos, pues al ratito dejo de recibir miradas, soy uno más y puedo acercarme cuanto quiera sin temor a desvirtuar la escena que quiero enseñar.

Falta una cosa y que seguro que habrás intuido ya: en efecto, esas deformaciones se deben a que para este tipo de fotos, uso un 35mm, pero sobre todo un ‘Ojo de pez’, un angular extremo que en mi caso es un Zoom 10-16mm. No me importan las aberraciones, tampoco la falta de foco, las trepidaciones, etc., todo lo supedito a abrir esa ventana que te permite a ti, ver y sentir casi lo mismo que yo cuando estuve allí. Tu sorpresa es la mía.

Escena callejera en Zanzíbar

Epílogo

Si hay un fotógrafo al que me gustaría parecerme de mayor, este es Tino Soriano, otro de los grandes, grandes. Si te apetece un rato de sorpresas, busca su obra, no te defraudará.

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